Nieves Blanco en este capítulo de su libro “Saber para vivir”
expresa que la educación y la cultura no puede ir por caminos separados, puesto
que no debe entenderse la educación como algo aislado de nuestra cotidianeidad,
de nuestra relación con el mundo y con nuestra sociedad. Basándose en esa
teoría, entiende que la escuela tiene expresamente la tarea de transmitir esa
cultura, pues la educación es un derecho humano básico que debe garantizar el
acceso de todos los ciudadanos a la cultura.
La autora remarca la distinción entre conocimiento y saber,
definiendo al primero como una base intelectual de carácter objetivo y
universal para todos los educandos, y al segundo como un concepto vinculado
totalmente a la experiencia, es decir, saber aplicar los conocimientos a la
práctica. Pero, establece una diferencia entre ambos: la vía de acceso y de
transmisión, ya que en el caso del conocimiento sí que puede ser transmitido
pero el saber no, puesto que las experiencias son únicas.
En este sentido, el sistema educativo y, más concretamente,
los profesionales de la educación deben acercar a los educandos a la cultura no
como meros transmisores de información sino como acompañantes, haciéndoles partícipes
de esta cultura para conseguir mejorarla y transformarla, dándole todas las
herramientas necesarias que, en este caso, son los conocimientos útiles.
Desde nuestro punto de vista, estamos de acuerdo con el
planteamiento que Nieves Blanco realiza. Una frase que nos ha llamado la
atención y que, desde nuestro parecer, define con claridad cómo debe ser la
educación del progreso es la siguiente:
“Educar es
preparar para la libertad”
Un ámbito muy necesario y que todavía no se ha conseguido es
la introducción de una representación de la educación desde “los ojos de la
mujer”, es decir, teniendo en cuenta aspectos más allá de los políticos y
económicos aportando otros que mejoren la calidad de vida de las personas y que
den sentido a su participación en el sistema educativo. Pensamos que todavía
queda mucho por hacer en ese aspecto, puesto que los intereses capitalistas que
se promueven están por encima de los sociales y ello comportaría una visión
diferente sobre la competitividad y una reestructuración la de los
conocimientos que realmente son útiles, puesto que la mayor parte del
conocimiento que la escuela ofrece es irrelevante para la vida cotidiana de las
personas.
Una educación basada en la libertad, en la participación y
en la cooperación mejorará de forma notable el éxito de los alumnos y, en
general, les permitirá desarrollarse
correctamente en su sociedad, cosa que en la actualidad todavía no ocurre en
muchas instituciones.
En definitiva, creemos que no la educación no aporta nada si
además de conocimientos no aporta un saber por que como bien dice la autora del
libro:
“El saber que
procede de la experiencia es el que se mantiene”
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