El capitulo tres del libro plantea una perspectiva para
plantear la educación como técnica que posibilita
situaciones y experiencias para los niños y niñas, donde sean
agentes de su propio aprendizaje, con los docentes como guía, ofreciéndoles
toda libertad en su desarrollo; es por esto que estamos totalmente de acuerdo
con esta manera de educar, a través de la práctica,
ya que la consideramos la mejor manera de que el alumnado aprenda a llevar sus
conocimientos adquiridos a la práctica, y así ser capaces de valorar y criticar
sus aprendizajes.
Casi sin poder evitarlo, los docentes trabajan haciendo lo
que consideran mejor para los demás, pero nunca debemos olvidar las necesidades
y el ritmo de desarrollo de cada sujeto; este proceso de pensar por los demás
debe durar lo menos posible, formando personas capaces
de pensar por sí mismos y discriminar todo tipo de conocimientos para crear el
suyo propio. Para ello el educador debe abrir las puertas a los conocimientos
culturales básicos, que nadie tiene de manera innata, pero que se necesitan
para el desarrollo de cada persona y su formación como ciudadanos.
Nosotras como pedagogas debemos conseguir que el alumno se
construya y adquiera nuevos conocimientos para saber desenvolverse en su
sociedad, y adquirir conciencia de responsabilidad
sobre sus aprendizajes, sin causar ningún efecto negativo durante el proceso de
enseñanza.
Concluimos este debate, surgido a raíz de la
lectura del libro Frankenstein Educador [MEIRIEU, P. (1998): Frankenstein
educador. Barcelona, Laertes.], exponiendo la idea del educador como guía,
transmisor y posibilitador de aprendizajes, que luego cada persona integrará en
su conocimiento de una manera diferente, y que esto se consiga a través de una
educación individual, libre y alejada de la reproducción social.
Somos conscientes de que esto conlleva una gran dificultad: evitar manipular e influenciar a las personas para no caer en la fabricación; y la pedagogía debe estar presente siempre en este proceso tan duradero como la vida, entendiendo así la educación como proceso vital y no como producto.
Somos conscientes de que esto conlleva una gran dificultad: evitar manipular e influenciar a las personas para no caer en la fabricación; y la pedagogía debe estar presente siempre en este proceso tan duradero como la vida, entendiendo así la educación como proceso vital y no como producto.
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