domingo, 3 de noviembre de 2013

Memoria Negra

Con este documental hemos podido conocer cómo fue la colonización española de Guinea Ecuatorial, una colonización de la que cabe resaltar los intereses económicos que la promovían. Son estos mismos intereses los que nos permiten observar que esta colonización no pretendía únicamente la culturización de sus ciudadanos para su mejora como seres humanos y como sociedad en su conjunto. Se trataba de darle valor a Guinea, darle un cierto estatus con el único fin de mantener en buen nivel al estado español. Pero… ¿realmente sirve para eso la culturización? Nosotras pensamos que no. Culturizar no es imponer ni tampoco cambiar pues cada cultura es diferente y no debe imponerse sobre ninguna otra. Para nosotras culturizar es aprovechar y también mejorar el desarrollo de los seres humanos para formar una sociedad mejor, y esto no era lo que ocurría en Guinea. Con esta colonización se realizaba una transmisión de cultura por imposición y un buen método para conseguir su propósito era mediante el sistema educativo, a través del cual se obligaba ya desde temprana edad a comportarse de manera correcta, a hablar el idioma que ellos creían que era mejor para comunicarse con el mundo, a tener unas creencias cristianas que eran distintas de las que ellos tenían, etc. Por que como bien se dice en el documental “lo que los españoles entendían por cultura, ellos no lo tenían”; y nosotras nos preguntamos, ¿acaso es solamente válida una única cultura?, ¿un único modo de entender la sociedad? Éste fue el gran error que comportó la gran transformación de Guinea bajo las órdenes de los europeos.

Desde nuestro punto de vista, no se puede definir la cultura desde un único enfoque. La grandeza de la sociedad está en la diversidad de culturas que la forman y en la interactuación entre ellas, lo que permite que con el paso de los años éstas se sigan manteniendo y sigan formando identidades propias en los ciudadanos que las conforman. Es muy importante la transmisión de los valores, las costumbres y las tradiciones, pues son esos elementos los que las hacen diferentes y únicas frente al resto.

Y en este sentido, no podemos concebir que el sistema educativo tenga como última finalidad imponer conocimientos, creencias o ideologías para formar individuos semejantes a otros, porque si fuera así, ¿esta sería una buena forma de transmitir cultura? Es evidente que no, el sistema educativo debe ser entendido como un método de transmisión de valores y de integridad cultural que permita diferentes formas de entender el mundo, basándose en la libertad de elección y de actuación de cada individuo. Por lo que si no dirigimos la educación por este camino, no lograremos una correcta transmisión de la cultura. 

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